Ya termina el verano.
No sé si alguno recordáis o habréis vivido esas emociones infantiles-juveniles que me han sucedido una y otra vez en esos veranos pasados.
Sucedía que llegaban unos tíos (y tías) de fuera, a los que al principio mirábamos con recelo y luego se convertían en inseparables compañeros de aventuras: con ellos se quedaba para ir a la playa, para salir todas las noches al paseo marítimo, para ver alguna película en casa del que sus padres se habían ido de vacaciones, para hacer fiestas y barbacoas ...
Con ellos fueron los primeros cigarritos, el conocer otros juegos nuevos, los tintos de verano por la noche, las competiciones y piques "a ver quién hace esto", los primeros amores de verano ...
Personitas de Sevilla, Madrid, Córdoba, La Rioja, ... que pasaban todo el verano en Sanlúcar, y si bien al llegar levantaban suspicacias entre los autóctonos, al partir dejaban tras ellos una estela de proyectos e ilusiones "para el verano que viene".
Pero esta era la fecha amarga, la de las despedidas de unos, otros que apuraban un par de días más las vacaciones y el encontrarte a primeros de septiembre con un montón de buenos recuerdos y mucho tiempo libre que el colegio se encargaría de llenar.
Bendita inocencia, cuando el poseer una simple baraja de cartas te abría las puertas de amistades que han perdurado a lo largo de los años.
15 años no es nada....
Hace 12 años